Creación de entornos profesionales para superar las barreras a la expresión de la sexualidad en las personas mayores
A medida que aumenta la esperanza media de vida, las personas mayores constituyen un porcentaje mayor de muchas poblaciones y un porcentaje sustancial de estas personas mayores necesitará ser atendido dentro de un entorno residencial y/o de cuidados de enfermería. Para que las residencias y centros de mayores proporcionen un entorno enriquecedor que promueva la salud y el bienestar de cada residente en su conjunto, las oportunidades, prácticas y actitudes deben apoyar y facilitar la sexualidad y la expresión sexual.
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Entornos profesionales en la atención residencial a personas mayores
A medida que aumenta la esperanza media de vida, las personas mayores constituyen un porcentaje mayor de muchas poblaciones y un porcentaje sustancial de estas personas mayores necesitará ser atendido dentro de un entorno residencial y/o de cuidados de enfermería. Para que las residencias y centros de mayores proporcionen un entorno enriquecedor que promueva la salud y el bienestar de cada residente en su conjunto, las oportunidades, prácticas y actitudes deben apoyar y facilitar la sexualidad y la expresión sexual. La investigación ha descubierto que el sexo en la tercera edad se asocia con el placer, la reducción de la tensión, la comunicación, la ternura mutua, la pasión, la afirmación del propio cuerpo y su función, el sentido de identidad y la seguridad a la hora de afrontar peligros y pérdidas (Nay, 1992). Sin embargo, existen una serie de obstáculos para los adultos mayores en centros de cuidados de larga duración que desean expresar su sexualidad. Las personas mayores que viven en residencias y residencias de ancianos a menudo se enfrentan a retos como la falta de pareja, problemas de salud, privacidad limitada, actitudes negativas del personal y la familia, pérdida de autoestima, pérdida cognitiva, enfermedad mental y preocupaciones por la posible responsabilidad legal/contractual del centro de cuidados de larga duración (Hajjar & Kamel, 2003; Lantz, 2004). Esta combinación de barreras individuales e institucionales sugiere que se necesitan estrategias reflexivas y creativas para abordar las necesidades relacionadas con la sexualidad de las personas mayores en residencias (Gilmer et al., 2010). Al mismo tiempo, los estudios demuestran que, aunque existe un claro deseo entre muchos adultos mayores que reciben atención de poder hablar sobre disfunciones sexuales u otros temas relacionados con la sexualidad con el personal de atención, las personas mayores rara vez tienen conversaciones sobre sexo con sus profesionales de la salud o de atención social y, cuando lo hacen, por lo general solo se intercambia información mínima (Bauer, 2016). Las actitudes negativas, la vergüenza, el pudor y la sensación de que el personal sanitario y asistencial se desinteresa o no tiene opciones de tratamiento que ofrecer pueden inhibir las conversaciones. Las estrategias que promueven un entorno seguro para las conversaciones sexuales y la expresión de la sexualidad deben ser implementadas por los servicios y el personal de salud y atención, que deben esforzarse por promover el intercambio abierto de información y garantizar que las personas mayores reciban la atención, el apoyo, la información, la educación y el tratamiento que necesitan (Bauer et al., 2016).
No se puede esperar que el personal preste una atención basada en la dignidad y el respeto si esta no forma parte de la cultura general de la vida laboral y es intrínseca a la forma de trabajar de los equipos asistenciales (Hirschhorn, 1990). En una cultura organizativa que reconoce y aborda la sexualidad como un componente del bienestar de las personas mayores atendidas, la sexualidad se incorpora a la evaluación y la planificación de la atención (Bauer et al., 2014).
En la mayoría de los países, la ley reconoce a los residentes de residencias o centros de cuidados múltiples derechos, muchos de los cuales son relevantes para la sexualidad. Estos derechos incluyen, entre otros, el derecho a la intimidad, la confidencialidad, la dignidad y el respeto, el derecho a tomar decisiones independientes y el derecho a elegir las visitas y a reunirse con ellas en un lugar privado. Estos derechos deben preservarse fomentando actitudes de concienciación, aceptación y respeto de la diversidad sexual. Una cultura organizativa positiva se centra en la concienciación sobre las cuestiones que pueden afectar a la sexualidad, las relaciones íntimas y la actividad sexual de las personas mayores que viven en residencias de larga duración, lo que puede ayudar al personal sanitario y asistencial a trabajar eficazmente con estas cuestiones. También puede facilitar el aprendizaje, apoyar las mejores prácticas, ayudar al personal sanitario y asistencial a abordar las necesidades de los usuarios de los servicios para mayores de una forma profesional, sensible y práctica, lo que a su vez puede fomentar una mejor atención centrada en la persona y mejores relaciones entre el personal, los residentes y los familiares.
Las culturas positivas de atención a las personas mayores se asocian con un personal que se siente bien apoyado y valorado, junto con un liderazgo eficaz y relaciones colegiales sólidas (Nolan et al., 2002). Contar con una política clara sobre la expresión de la sexualidad, modificar el entorno físico para apoyar la expresión de la sexualidad, un enfoque de la atención centrado en la persona y la educación del personal, las personas mayores y sus familias puede ayudar a facilitar y mantener una cultura organizacional positiva, con beneficios para todos.
Son importantes las políticas de expresión sexual que aclaran las formas aceptables e inaceptables de expresión sexual y establecen estrategias de respuesta ética para que la expresión sexual pueda facilitarse de manera segura y puedan ser desarrolladas por los hogares de ancianos o residencias. En el desarrollo de tales políticas, es necesario tener en cuenta la comprensión de los beneficios y riesgos de la expresión sexual entre los adultos mayores y el entorno cultural y físico de la institución.
Las políticas deben reconocer y promover el derecho de los residentes a la intimidad, la confidencialidad, el consentimiento y el apoyo para vivir sus vidas como elijan, siempre que ello no afecte negativamente a los derechos de los demás. Las residencias también pueden desarrollar políticas que cubran aspectos específicos del sexo o la intimidad, como por ejemplo, que los residentes casados, con pareja de hecho o con una relación duradera puedan compartir habitación o habitaciones o tener intimidad durante las visitas de su pareja.
Las políticas también deben reconocer y promover el derecho del personal a trabajar de un modo que les resulte moralmente aceptable. El personal debe recibir una formación adecuada en todos los aspectos de su trabajo con los residentes. Las políticas y los mecanismos locales de gestión deben ser eficaces para identificar los abusos sexuales, proteger al personal del acoso sexual, eximir al personal de situaciones en las que puedan sentirse moralmente comprometidos y apoyar al personal para que trabaje dentro de sus zonas de confort.
Todas las políticas deben revisarse periódicamente con las aportaciones de los residentes, las familias y el personal. En caso de conflicto, la legislación siempre prevalecerá sobre las declaraciones de política local.
Existen múltiples facetas del entorno asistencial que influyen en la capacidad del residente para expresar su sexualidad (Frankowski & Clark, 2009; Heron & Taylor, 2009; Saunamaki et al., 2010; Shuttleworth et al., 2010) Los entornos deben reconocer que la sexualidad y las relaciones son aspectos de la agenda general de cuidados y desafiar las barreras que impiden su cumplimiento. Los entornos también deberían reconocer la sexualidad y las relaciones como parte integral de la vida en la residencia a través de imágenes, fotografías, carteles, boletines o folletos y otros materiales educativos que puedan estar expuestos en las residencias y centros de cuidados. Las imágenes pueden transmitir mensajes poderosos sobre la aceptación del amor y las relaciones íntimas entre las personas mayores, de diversas culturas, con discapacidades o que eligen una pareja de su mismo sexo.
La atención centrada en la persona respeta a los demás como individuos y garantiza que la atención se organice en torno a sus necesidades. El concepto en el que se basa la atención centrada en la persona es que hay que centrarse en las experiencias, las relaciones y la singularidad de la persona como individuo. Este enfoque ayuda al personal a conocer mejor a los residentes como individuos, implicándose en aprender más sobre el residente, sus experiencias vitales y sus relaciones, y considerando cómo pueden relacionarse con la atención prestada.
Todas las decisiones relacionadas con la expresión de la sexualidad deben depender de las personas implicadas y de las circunstancias individuales, y debe realizarse una evaluación exhaustiva de las personas y de las circunstancias individuales, incluido el riesgo. Las opiniones de todas las personas clave deben ser reconocidas cuando proceda, las decisiones no deben tomarse de forma aislada, sino con el apoyo de los equipos que atienden a los individuos.
Reconocer los antecedentes culturales y las creencias individuales es esencial en los centros de asistencia, ya que pueden influir de manera fundamental en los planteamientos sobre la expresión de la sexualidad, el sexo y las relaciones íntimas. Por ejemplo, la forma en que las diferentes culturas ven lo que se considera aceptable o inaceptable en términos de sexualidad, relaciones, comportamiento sexual o cuidados íntimos (por ejemplo, proporcionar cuidados únicamente por un cuidador del mismo sexo). Los enfoques centrados en la persona pueden ayudar a evitar malentendidos y conflictos, y deben contribuir a garantizar que todas las personas implicadas sientan que sus derechos e individualidad han sido, en la mayor medida posible, reconocidos y respetados. En otras palabras, los enfoques asistenciales deben promover y apoyar los derechos humanos, la dignidad, la intimidad, la capacidad de elección y el control, al tiempo que fomentan unos límites claros que protejan y apoyen a los residentes y al personal. El personal debe esforzarse por lograr un equilibrio entre el derecho de la persona a la intimidad y el control con la necesidad de atención y observación, por ejemplo, que los residentes permanezcan en las habitaciones sin ser molestados o con las puertas cerradas y que el personal espere a ser invitado antes de entrar (Heath, 2011). Este enfoque en la individualidad subraya la importancia de promover la independencia y la autonomía de las personas mayores y su participación en los cuidados.
La documentación es fundamental para facilitar el reconocimiento de los problemas relacionados con el estilo de vida, la sexualidad y las relaciones de los residentes. Los datos biográficos pueden dar pistas sobre si se trata de problemas individuales y cuál es la mejor manera de abordarlos de la forma más sensible y adecuada. Las relaciones significativas pueden registrarse, junto con las prioridades del residente en cuanto a las relaciones; por ejemplo, una pareja puede querer pasar tiempo juntos sin interrupciones o un residente puede no querer que sus hijos se enteren de su deseo de tener una relación íntima. Una documentación bien diseñada también puede ayudar a preservar la confidencialidad, y esto es especialmente importante cuando se trabaja con personas que tienen una discapacidad que requiere asistencia para las actividades íntimas personales de la vida diaria.
Las investigaciones recomiendan que los temas sobre sexualidad y expresión sexual de las personas mayores se incluyan en los programas educativos y de formación para el personal asistencial de residencias y hogares de ancianos, junto con las estrategias sobre la mejor forma de prestar la asistencia (Bauer, 2016; Shuttleworth et al., 2010). Además, es necesario apoyar a los miembros del personal que puedan sentirse incómodos con la expresión de su sexualidad por parte de un residente. El personal debe poder plantear cuestiones relacionadas con sus experiencias en el trabajo. Por ejemplo, durante las reuniones de personal se pueden fomentar debates abiertos sobre los problemas y desafíos que el personal encuentra en su práctica en relación con la expresión sexual de los residentes de edad avanzada, y se debe alentar al personal a debatir e identificar las medidas que podrían ayudar a resolver los problemas, de modo que se acuerden y reflexionen los puntos de acción y se invite al personal a informar sobre los avances en la próxima reunión(Ashburner et al., 2004).).
El personal debe recibir formación sobre los siguientes temas:
Es necesario realizar las siguientes evaluaciones para garantizar que el personal tenga los conocimientos adecuados sobre sexualidad y expresión sexual en las personas mayores.
Las personas mayores a menudo se sienten incómodas y reacias a plantear cuestiones de sexualidad y salud sexual debido a la percepción de actitudes negativas y falta de interés y comprensión por parte del personal sanitario y asistencial, o debido al miedo a tratamientos desconocidos para su disfunción sexual o a preocupaciones en torno al fracaso del tratamiento (Bauer, 2016; Colton, 2008).
Hablar de temas personales o íntimos requiere habilidad y sensibilidad. El personal sanitario y asistencial puede basarse en su comprensión de cuál es el enfoque más adecuado. El personal puede ayudar a reducir la incomodidad que sienten las personas mayores al hablar de cuestiones sexuales adoptando una actitud profesional, mostrándose cómodo con el tema y siendo amable, comprensivo y empático. Es importante intentar programar las conversaciones sensibles para cuando la persona pueda estar más preparada para hablar. El personal también debe tratar de crear un ambiente propicio para una conversación ininterrumpida, iniciando la conversación, utilizando preguntas abiertas, sin juzgar, evitando abreviaturas o jerga y siendo receptivo a las pistas, por sutiles que sean, que la persona pueda ofrecer en cuanto a lo que es realmente importante para ella.
Las oportunidades para hablar de temas de sexualidad pueden surgir durante las conversaciones sobre temas de salud física y, partiendo de temas generales, se puede avanzar hacia temas más específicos y delicados. White y Heath (2005) sugieren dos vías para hablar de cuestiones sexuales:
Es esencial ser respetuoso con la respuesta de la persona. Aunque una reacción inicial podría ser algo así como "Eso no es importante" o "¿Qué, a mi edad?", y es poco probable que se revele más información en ese momento, estas respuestas pueden indicar una voluntad de hablar del tema y deben buscarse otras oportunidades de discusión, según proceda.
Si un miembro del personal se siente incapaz de apoyar el derecho de un residente a la expresión sexual, puedes ofrecerle apoyo y supervisión o formación por parte de la dirección. Mientras tanto, la atención del residente puede derivarse a otro miembro del personal que se sienta cómodo tratando cuestiones de sexualidad.
Dado que muchas generaciones mayores no tuvieron acceso a la educación sexual y a la educación para la salud sexual cuando eran más jóvenes, es importante proporcionar información relevante sobre estos temas.
Debe realizarse una evaluación de riesgos de los residentes para determinar cualquier problema de seguridad relacionado con la expresión de la sexualidad (por ejemplo, una caída de la cama, el uso del preservativo, etc.).
Además, el centro residencial y de cuidados debe investigar, actuar y prevenir los comportamientos que atenten contra los derechos de los demás o provoquen que otros se sientan acosados.
A medida que aumenta la esperanza media de vida y los adultos mayores representan un porcentaje mayor de la población, resulta crucial abordar la sexualidad y la expresión sexual de las personas mayores en los entornos residenciales y de cuidados. La investigación ha demostrado que la actividad sexual en la tercera edad se asocia a diversos beneficios, como el placer, la reducción de la tensión, la comunicación, la afirmación del propio cuerpo y un sentimiento de identidad y seguridad. Sin embargo, existen varias barreras que dificultan la expresión de la sexualidad entre los adultos mayores en cuidados de larga duración, como la falta de pareja, las preocupaciones por la salud, la privacidad limitada, las actitudes negativas del personal y las familias, el deterioro cognitivo y las preocupaciones legales. Para hacer frente a estos desafíos, es importante aplicar estrategias que promuevan un entorno seguro y propicio para las conversaciones sexuales y la expresión de la sexualidad. Esto incluye la creación de una cultura organizacional que valore y apoye la expresión sexual de las personas mayores que reciben atención, el desarrollo de políticas que protejan los derechos de las personas mayores, la provisión de entornos que faciliten las elecciones individuales en la expresión de la sexualidad, el uso de enfoques de atención centrados en la persona y la oferta de educación y capacitación para que el personal apoye a las personas mayores en temas relacionados con la sexualidad.
Además, el entorno físico debe estar diseñado para favorecer la privacidad y la intimidad, incluyendo espacios privados para las conversaciones y la socialización, la disponibilidad de materiales sexualmente explícitos en las habitaciones de los residentes, la provisión de habitaciones dobles o contiguas para las parejas, y el respeto de las preferencias de privacidad de los residentes a través de medidas como carteles de "No molestar". Un enfoque centrado en la persona es vital, lo que implica comprender y respetar las necesidades, preferencias y antecedentes culturales únicos de cada individuo. La documentación debe recoger detalles biográficos y relaciones significativas para facilitar una atención adecuada y sensible. El personal debe recibir formación sobre sexualidad y envejecimiento, creencias culturales, habilidades de comunicación y diferenciación de la sexualidad de otras necesidades no cubiertas.
Para facilitar las conversaciones sobre sexualidad o disfunción sexual, el personal sanitario y asistencial debe adoptar un enfoque profesional y empático, crear un entorno cómodo y libre de prejuicios y proporcionar la información y el apoyo adecuados. Las políticas y estrategias deben revisarse periódicamente en función de las aportaciones de los residentes, las familias y el personal. En general, la promoción de una cultura organizativa positiva, el desarrollo de políticas integrales, la garantía de un entorno físico propicio y la educación y formación del personal son pasos esenciales para abordar las necesidades relacionadas con la sexualidad de las personas mayores en los entornos residenciales y de cuidados de enfermería. Mediante la aplicación de estas estrategias, podemos crear un entorno más inclusivo y solidario que respete los derechos y el bienestar de los adultos mayores en su expresión de la sexualidad.
Superar las barreras para la conexión social y la expresión de la sexualidad en las personas mayores que viven en la comunidad
La interacción de factores de salud y contextuales pone a los adultos mayores que viven en sus hogares en riesgo de soledad y/o aislamiento. Las personas solitarias corren el riesgo de ver mermada su salud y bienestar, lo que incluye una escasa satisfacción vital, depresión, baja autoestima, disminución de la esperanza, afecto negativo y deterioro del funcionamiento en las actividades de la vida diaria (Lee, 2014; Ong y Allaire, 2005; Van Orden et al., 2013). Lo contrario de la soledad, la conexión social, es una necesidad humana básica que puede contribuir a la salud y el bienestar de las personas mayores (Ashida y Heaney, 2008). La conectividad social es una evaluación subjetiva positiva del grado en que uno tiene relaciones significativas, estrechas y constructivas con otras personas, grupos o la sociedad, indicada por: (1) sentimientos de preocuparse por otros y sentirse cuidado por otros, como amor, compañía o afecto y (2) un sentimiento de pertenencia a un grupo o comunidad (O'Rourke & Sidani, 2017).
Las estrategias e intervenciones para promover la conexión social y reducir la soledad y el aislamiento entre los adultos mayores que pueden utilizar las personas mayores o los cuidadores incluyen la participación en actividades con un propósito y el mantenimiento del contacto con la red social propia. Las actividades comunitarias en las que pueden participar las personas mayores tienen el potencial de ponerlas en contacto con otras personas y promover la participación social, la conexión social y apoyar la expresión de la sexualidad de las personas mayores.
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Cuando se enfrentan a la decisión de seguir viviendo en casa o trasladarse a un centro institucional, los adultos mayores indican de forma abrumadora su preferencia por quedarse en casa el mayor tiempo posible (Mann et al., 2002). Esta tendencia, denominada envejecimiento en el lugar de residencia, está estrechamente vinculada a fuertes valores sociales y personales de independencia y autonomía. Además, la familiaridad de estar en casa contribuye al bienestar y a un envejecimiento saludable satisfactorio. A pesar de los obstáculos, muchas personas mayores informan aspectos positivos de vivir en sus hogares, como la participación social continua y el mantenimiento resultante de las redes sociales dentro de la comunidad, que incluye un sentido de pertenencia que, para muchos, supera los aspectos negativos o los desafíos(Carver et al., 2018).Además, al permanecer en sus hogares, los adultos mayores que envejecen en el lugar dentro de sus comunidades a las que sienten apego, tienden a ser capaces de continuar la participación social y mantener los roles y apoyos existentes. Envejecer en el lugar suele ser la opción más deseable para la mayoría de los adultos mayores, ya que mantiene la independencia, la comunidad y las conexiones con amigos, familiares y, si corresponde, la comunidad religiosa o espiritual.
La Organización Mundial de la Salud promueve el envejecimiento en el lugar de residencia para evitar el trastorno emocional que supone abandonar el hogar y el gasto que supone la atención institucional(Organización Mundial de la Salud, 2007).El lugar no se limita a la residencia principal, sino que también puede incluir la comunidad. El envejecimiento en el lugar permite a los adultos mayores permanecer en su hogar si así lo desean, a pesar de la disminución de sus recursos o capacidades funcionales como resultado de una enfermedad, lesión, pérdida de seres queridos y/o pérdida de ingresos. Las personas que envejecen en su lugar suelen tener "un fuerte deseo de mantenerse activas y de tener interacciones sociales significativas con los demás, y también querían contribuir a la sociedad" (Fänge et al., 2012, p. 1). Si el objetivo de envejecer es hacerlo con éxito, tres factores importantes que pueden predecir el grado de éxito son la capacidad de envejecer en el lugar, de mantener los vínculos con las redes sociales y los entornos físicos, y de superar las barreras que impiden poder hacerlo (Carver et al., 2018). La interacción social y mantenerse activo son, por lo tanto, factores importantes para apoyar el envejecimiento exitoso y promover el envejecimiento saludable en el lugar (Bacsu et al., 2014).
La experiencia vivida se define como la forma en que las personas sienten y comprenden sus elecciones y acciones. La experiencia vivida combina la experiencia del yo físico junto con la introspección, las interacciones con los demás, el reconocimiento de las capacidades cambiantes y, en general, la adaptación a ellas, y para algunos, el envejecimiento aporta un significado más profundo, un mayor compromiso espiritual y la sensación de tener una vida mejor tras muchos años de duro trabajo (Shin et al., 2003). El término "envejecimiento satisfactorio" es un constructo importante, ya que se centra en los activos y las capacidades y abarca el proceso de adaptación al cambio, incluidos los cambios en la expresión sexual y la actividad sexual, que se producen a lo largo de la vida (Chapman, 2009). Contrariamente a la teoría de la desvinculación, que sugiere que la retirada de la interacción es la culminación natural del envejecimiento, aquellos que envejecen con éxito comúnmente continúan participando en la comunidad, manteniendo el capital social a través de las relaciones con los demás, con la comunidad, la familia, los amigos y las relaciones románticas (Carver et al., 2018). El compromiso continuo con la vida, el crecimiento personal, la generatividad, la integridad y la reconciliación son vitales para esta etapa de la vida. Para muchas personas mayores, el objetivo es alcanzar la sabiduría y perseguir el significado, y la experiencia vivida de los adultos mayores lo refleja (Vogelsang, 2016). En cuanto a la actividad y la expresión sexuales, las personas mayores tienden a poner más énfasis en la calidad de la relación con la pareja y otros aspectos del sexo, como la cercanía emocional y la intimidad, y menos en las sensaciones físicas. Estas recalibraciones en torno al sexo permiten que las personas mayores se sientan sexualmente satisfechas, lo que tiende a ser diferente de su vida sexual en años anteriores (Erens et al., 2019). Así pues, desarrollar una visión integral de la sexualidad es especialmente importante para aquellas personas para las que las relaciones sexuales no son deseadas o ya no son posibles porque carecen de pareja o su estado de salud es precario. Comfort (1976) destacó hace muchos años que las personas mayores se benefician de la información y la aceptación en relación con las formas no genitales de sensualidad y sexualidad, y que la mayoría agradece dicha información. Además, descubrió que las personas mayores que tienen pareja obtienen placer de una amplia gama de rituales de cortejo y citas no sexuales, como vestirse para una cita y la sensualidad de los abrazos y los mimos.
Se necesitan cambios socioculturales que reconozcan el valor de la compañía en la tercera edad. El edadismo es una barrera particular que impide cambios en la actitud hacia la compañía de las personas mayores en su vida posterior (Dhingra et al., 2016)Los centros de día para el envejecimiento activo, las comunidades de vida asistida para personas mayores, las intervenciones de apoyo entre iguales y el apoyo psicosocial a través del contacto con voluntarios, ya sea en persona o por teléfono, son algunas de las intervenciones que se han explorado para promover la compañía en la vida posterior (Lunt et al., 2018; Rane-Szostak & Herth, 1995)La formación de cuidadores familiares y profesionales también se ha explorado en relación con la forma en que puede facilitar mejoras en la calidad del compromiso y promover un acompañamiento adecuado, además de centrarse en ayudar con las actividades básicas de la vida diaria (Chung et al., 2017). Por ejemplo, el reconocimiento de la importancia de estos servicios ha animado a algunas agencias de atención domiciliaria a incluirlos en la gama de servicios que ofrecen a las personas mayores (Zeltzer y Kohn, 2006).
De manera similar, la participación social mejora si se brindan apoyos a los adultos mayores que les faciliten salir de la casa y participar (Carver et al., 2018). Estos apoyos pueden ser tan simples como proporcionar transporte accesible o ayuda con el mantenimiento o la limpieza de la casa, lo que facilita el envejecimiento en el lugar y la participación social. Otros apoyos importantes incluyen garantizar que no se impida a los adultos mayores participar en actividades de voluntariado y empleo. Los apoyos necesarios para envejecer en el lugar no son necesariamente servicios de atención de la salud, sino que forman parte de la infraestructura humana: personas que ayuden a los adultos mayores a mantener y cuidar sus hogares y mascotas, que los lleven en auto, les lean y los controlen.
El éxito del envejecimiento de los mayores suele estar influido por la capacidad de participar en interacciones sociales. La participación social es una forma de interacción social que incluye las relaciones familiares, las amistades y las relaciones románticas. Los adultos mayores suelen expresar su deseo de participar en interacciones sociales de mayor calidad, que pueden incluir ayudar a los vecinos, participar en grupos informales, hacer voluntariado, visitar restaurantes o bares, hablar por teléfono, ir a la iglesia o realizar otras actividades religiosas, reunirse con amigos, asistir a eventos artísticos o culturales y acudir a grupos de ejercicio. También se ha demostrado que la participación social tiene efectos protectores para la salud en edades avanzadas (Douglas et al., 2016; Vogelsang et al., 2016), y la participación en actividades a nivel comunitario y dentro de grupos familiares con seres queridos está vinculada a un sentido de pertenencia, conexión social interpersonal, y puede ser la clave para lograr un envejecimiento exitoso (Douglas et al., 2016). Vogelsang (2016) sugirió que la participación social podría ser un elemento en la creación de significado y útil para superar el duelo, una cuestión importante para muchos adultos mayores. La capacidad de participar en interacciones sociales es importante para los sentimientos continuos de bienestar, que a su vez están vinculados a las percepciones de buena salud y envejecimiento exitoso (Taylor, 2001).
La soledad es un fenómeno desagradable y angustioso que resulta de la incoherencia entre el nivel deseado de relaciones sociales de un individuo y el nivel real de conexiones (Bandari et al., 2019). El aislamiento social es un estado objetivo de tener pocas relaciones sociales o contacto social infrecuente con los demás. La soledad y el aislamiento social se están convirtiendo en importantes problemas de salud pública que afectan a la salud mental de los adultos mayores en todo el mundo.
La compañía se define como "el ocio compartido y otras actividades que se realizan principalmente con el objetivo intrínseco de disfrutar" (Rook, 1987, p. 1133). A diferencia del apoyo social, la compañía no pretende resolver un problema o proporcionar ayuda, sino experimentar placer y puede ser más valiosa a la hora de proporcionar una aportación positiva al bienestar, como la recreación, el humor y el afecto. Es decir, la interacción social placentera es importante no tanto para restaurar al individuo a un nivel previo de funcionamiento, sino para elevar el nivel actual de satisfacción (Rook, 1987).
Históricamente, la sociedad tradicional y mayoritariamente rural contaba con muchos factores de protección, como los sistemas familiares conjuntos, en los que los hijos permanecían junto a los padres y les apoyaban en sus últimos años de vida, por lo que las personas mayores disponían de mejores redes sociales reforzadas por rituales y costumbres que fomentaban las uniones familiares. Sin embargo, con la modernización, especialmente la posmodernización de las últimas décadas, se ha producido un cambio drástico en todos los ámbitos de la vida. En el mundo actual, los cambios demográficos y socioculturales como la urbanización, la migración, los nidos vacíos, el aumento de la esperanza de vida, el aumento de la viudedad, las brechas generacionales en la alfabetización digital y el aumento de la institucionalización de los adultos mayores pueden contribuir al aislamiento social y la soledad en los adultos mayores (Ramesh et al., 2021). Además, la pandemia de COVID-19 empujó a millones de adultos mayores a condiciones de aislamiento social y soledad.
La soledad y el aislamiento se han relacionado con una mala salud física, un mayor riesgo de enfermedades modificables como la diabetes mellitus, la hipertensión, las enfermedades cardíacas, el síndrome metabólico y un aumento de la mortalidad (Henriksen et al., 2019). Estas pueden estar directamente relacionadas con la soledad o indirectamente asociadas a ella debido a diversos comportamientos adversos para la salud, como la ingesta excesiva de alcohol, el tabaquismo y la reducción de la actividad física, que son más prevalentes en una población de edad avanzada socialmente aislada (Ong et al., 2016). Este grupo también corre el riesgo de sufrir depresión, ansiedad y deterioro cognitivo. Los estudios han descubierto que existe una relación recíproca entre la soledad y la depresión, y las personas mayores que viven solas tienen un mayor riesgo de sufrir un deterioro cognitivo más rápido (Donovan et al., 2017). La compañía y la amistad pueden actuar como un recurso que amortigüe las pérdidas asociadas a la edad avanzada y ayude a elevar la autoestima de la persona.
Es necesario garantizar unas precauciones de seguridad óptimas para evitar cualquier tipo de explotación o abuso de las personas mayores que reciben servicios de fomento de la compañía, ya que las personas mayores pueden ser vulnerables a la explotación.
Existe un fuerte vínculo entre una vida sexual sana y una mayor calidad de vida y satisfacción vital a medida que los individuos envejecen (Laumann et al., 2005; Lindau et al., 2007). Por ejemplo, entre las mujeres sexualmente activas, los factores psicosociales (como la satisfacción con la relación, la comunicación con su pareja romántica y la importancia del sexo) estaban significativamente relacionados con la satisfacción sexual, mientras que la edad y el estado menopáusico no lo estaban (Thomas et al., 2015). Entre las mujeres que tenían pareja romántica, la prevalencia de la actividad sexual era alta, incluso para las mujeres de 70 y 80 años. Estudios anteriores han sugerido que la falta de una pareja romántica es una de las razones más comunes para la inactividad sexual entre este grupo de población (Hayes et al., 2005; Mercer et al., 2013). Por ejemplo, un amplio estudio transversal descubrió que, aunque la proporción de mujeres sexualmente activas en los 6 meses anteriores disminuía con la edad, si tenían pareja romántica, el 61,2% eran sexualmente activas, incluido el 59,0% de las mujeres de 60 años o más. La situación de pareja romántica era el factor más fuertemente relacionado con el hecho de que una mujer fuera sexualmente activa o no (Thomas et al., 2015).
Para facilitar el apoyo a las personas mayores para que expresen su sexualidad, tanto los jóvenes como los cuidadores y los adultos mayores deben entender que no se deben negar pensamientos o comportamientos sexuales a las personas mayores por la única razón de que se consideren inapropiados para su edad. Negar a una persona mayor su potencial sexual es negarle sus derechos civiles.
La falta de intimidad inhibe enormemente la sexualidad a lo largo de toda la vida. Para las personas mayores que viven solas, la intimidad no suele ser un problema. Sin embargo, las que viven con familiares más jóvenes o en residencias de ancianos no suelen tener intimidad. A veces, simplemente educar a los cuidadores en el hecho de que una persona mayor tiene necesidades sexuales puede dar lugar a la provisión de privacidad. La intimidad puede consistir en una hora sin interrupciones para masturbarse o una tarde a solas para una pareja mayor en casa.
que se desarrollen de la misma manera franca y abierta con la que se abordan otros temas de interés para las personas mayores, como los ingresos, la nutrición, la vivienda y el transporte. A través de discusiones objetivas sobre temas sexuales, las personas mayores pueden sentirse apoyadas y apreciar que sus cuidadores no las consideran incapaces de tener pensamientos o actividades sexuales y no esperan que sean asexuadas.
Una forma de que una persona joven demuestre a una mayor que respeta su sexualidad puede ser pedirle consejo u opinión sobre un tema sexual, suponiendo que ambos se sientan lo suficientemente cómodos como para hacerlo. El acto de dar consejo valida la imagen que la persona mayor tiene de sí misma como ser sexual. Otra forma es escuchar las preocupaciones sexuales de la persona mayor.
del mismo modo que se ofrecen seminarios de este tipo a otros grupos a lo largo de toda la vida. Es necesario reconocer y minimizar los riesgos de infección que pueden transmitirse por vía sexual. De hecho, las infecciones de transmisión sexual suelen ser más comunes en los grupos de mayor edad, en parte debido a la idea de que las personas mayores son asexuadas.
incluidos los sexuales.
como visitas frecuentes de peluqueros/barberos o asesores de ropa.
y otros seres queridos a que den permiso a sus familiares mayores para disfrutar de su sexualidad.
ya que las personas mayores que participan en sesiones regulares de ejercicio moderado disfrutan de una mayor libido en comparación con las personas sedentarias de la misma edad.
Por ejemplo, se han llevado a cabo investigaciones con el objetivo de ayudar a los parapléjicos a disfrutar de las sensaciones sexuales (Pettigrew et al., 2017).
por ejemplo a través de los medios de comunicación, los grupos cívicos y las cadenas de televisión educativas.
Envejecer en el lugar puede ser la mejor manera de garantizar la autonomía y la privacidad de los miembros de la comunidad LGBTQ+, tanto solteros como en pareja, y, a su vez, reducir las barreras a la expresión de su género y sexualidad. Sin embargo, las personas mayores LGBTQ+ suelen ser un grupo especialmente desfavorecido, ya que se enfrentan al doble problema del edadismo y el heterosexismo, por lo que sus experiencias suelen ser en gran medida invisibles (Chaya y Bernert, 2014). Por ejemplo, un estudio descubrió que la mitad de las lesbianas mayores sin pareja informaron de algún nivel de aislamiento de las redes de apoyo (Butler, 2018). Las personas mayores LGBTQ+ podrían estar preocupadas por el cuidado en la tercera edad debido a las tensas relaciones con sus familias biológicas o a la falta de ellas. Por ejemplo,a medida que mujeres lesbianas envejecen y requieren asistencia debido a una enfermedad o discapacidad, y dado que por lo general es menos probable que tengan cónyuges o hijos que sus homólogas heterosexuales, es más probable que recurran al apoyo informal de amigos, en lugar de a las redes de servicios formales. Sin embargo, los cuidadores informales amigos suelen proporcionar menos cuidados personales y recibir menos apoyo que los cuidadores familiares más tradicionales, lo que deja a las lesbianas mayores con necesidades insatisfechas que luego deben cubrir los servicios y apoyos formales de cuidados a largo plazo (CLP). La preocupación por cómo serán tratadas en la red de CLP y las experiencias de discriminación en el sistema de atención médica a lo largo de sus vidas pueden hacer que algunas lesbianas mayores se resistan a acceder a dicha asistencia formal, incluso cuando sus apoyos informales son inadecuados (Butler, 2018).
Las investigaciones en curso respaldan estas conclusiones y destacan la necesidad de crear grupos de apoyo y programas informativos sobre los derechos sanitarios de las personas mayores LGBTQ y la salud sexual en la tercera edad, ya que los adultos queer merecen el mismo respeto e independencia por parte de los profesionales sanitarios que cualquier otra persona (Ezhova et al., 2020). Mediante el diseño y la implementación de grupos de apoyo específicos para personas mayores LGBTQ+, los proveedores de atención sanitaria y social pueden facilitar a los participantes compartir sentimientos, discutir posibles problemas y hablar con otros adultos mayores que pueden tener la misma identidad sexual y/o de género que ellos. Los profesionales sanitarios y de asistencia social también pueden beneficiarse de estos grupos de apoyo, ya que pueden tener la oportunidad de identificar mejor las necesidades específicas de las personas queer, proporcionar educación y recursos para mantener una calidad de vida más alta y saludable y evaluar el éxito de los programas de salud sexual. Muchos profesionales sanitarios no están debidamente formados ni son culturalmente sensibles a las necesidades de las personas mayores LGBTQ+ (Simpson et al., 2018). Por lo tanto, los programas de formación deben abordar las ideas erróneas entre el personal con respecto a la sexualidad y promover el uso de un lenguaje no sesgado y abierto que pueda ayudar a la transición de las personas mayores LGBTQ+ a entornos más cómodos (Ezhova et al., 2020).
La noción de salud sexualal igual que la de salud física, no es simplemente la ausencia de disfunciones o enfermedades sexuales, sino más bien un estado de bienestar sexual que incluye un enfoque positivo de las relaciones sexuales y la anticipación de una experiencia placentera sin miedo, vergüenza, violencia ni coacción. La complejidad del estigma y la discriminación por motivos de edad que prevalecen en muchas sociedades a menudo hace que las personas mayores duden a la hora de consultar a un profesional sobre cuestiones de salud sexual. Esto profundiza en la realidad de los retos biológicos, psicológicos y sociales únicos a los que se enfrentan los adultos mayores que buscan consejo o tratamiento en torno a cuestiones de salud sexual, que requieren respuestas correspondientemente únicas y apropiadas por parte de los profesionales sanitarios, incluyendo la apertura, el conocimiento y la competencia para promover un entorno abierto y de aceptación en el que se puedan discutir las cuestiones sexuales.
Los profesionales sanitarios pueden introducir temas sexuales preguntando si existen dificultades con la intimidad como parte de las revisiones o exámenes rutinarios. De este modo, se puede crear un entorno cómodo en el que se puedan tratar temas delicados. La responsabilidad no recae únicamente en los médicos de cabecera. Muchos profesionales sanitarios diferentes deberían estar familiarizados con los diagnósticos diferenciales de las disfunciones sexuales masculinas y femeninas.
Es importante que los hombres y mujeres mayores interesados en preservar su capacidad sexual eviten, en la medida de lo posible, que las enfermedades crónicas interfieran en el funcionamiento sexual. Continuar con este aspecto de la vida de una persona mayor mejora la autoimagen y, por tanto, a menudo mejora el pronóstico médico del paciente. El conocimiento de la sexualidad a edades avanzadas entre los profesionales sanitarios debería mejorar la educación y el asesoramiento de los pacientes, así como la capacidad de identificar clínicamente un espectro muy prevalente de problemas sexuales relacionados con la salud y potencialmente tratables.
Además, los profesionales sanitarios pueden disipar algunos mitos sobre los riesgos para la salud de las relaciones sexuales. Por ejemplo, el oxígeno utilizado en el coito es aproximadamente el mismo que el utilizado al subir un par de tramos de escaleras (Butler y Lewis, 1988). Salvo en casos de gravedad inusual, el peligro de sufrir un ataque coronario durante la actividad sexual es leve y puede minimizarse tomando pastillas de nitroglicerina antes de los encuentros sexuales. Se calcula de forma conservadora que menos del 1% de las muertes coronarias súbitas se producen durante el coito (Walbroehl, 1988). De hecho, la ansiedad y la tensión provocadas por la restricción de las relaciones sexuales se consideran riesgos mayores que el riesgo físico de participar en el coito (Butler & Lewis, 1988). Los profesionales de la salud tienen un papel integral en ayudar a los adultos mayores a mantenerse sexualmente sanos y a expresar su sexualidad de la manera que elijan, independientemente de la edad.
Al mismo tiempo, es importante señalar que suele existir la idea errónea de que los adultos mayores no corren riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual y, por lo tanto, no es necesario preguntarles sobre sus antecedentes sexuales ni hablar sobre sus conductas sexuales. De hecho, la tasa de infecciones de transmisión sexual (ITS) entre las personas de 55 años o más ha aumentado constantemente y se ha más que duplicado en la última década (Steckenrider, 2023). Además, es posible que las ITS no se investiguen adecuadamente en esta población y, por lo tanto, no se traten durante largos periodos de tiempo o se confundan con otras enfermedades que se ajustan mejor a las expectativas de "edad" (Bodley-Tickell et al., 2008). Dadas las experiencias sexuales pasadas y actuales de esta generación de adultos mayores, sus riesgos sexuales no deberían sorprender. Muchas personas mayores rara vez se plantean utilizar protección porque alcanzaron la mayoría de edad en una época en la que no existía la educación sexual en las escuelas, el VIH era prácticamente desconocido y su principal preocupación a la hora de buscar protección era evitar el embarazo. Hoy en día, los adultos mayores son más propensos a participar en la cultura de los encuentros casuales y el sexo sin preservativo, que podría verse fomentada por la disponibilidad de medicamentos para la disfunción sexual y el aumento del uso de aplicaciones de citas para personas mayores.
La mayoría de los pacientes de edad avanzada están dispuestos a hablar de sus preocupaciones sexuales, pero son reacios a iniciar la conversación. Por lo tanto, deben ser invitados por el profesional sanitario a entablar una conversación, por lo que éste debe ser capaz de hablar de sexo abiertamente y de forma reconfortante . A pesar de la posible sensación de incomodidad o incluso de la preocupación de ofender o avergonzar a un paciente mayor, los profesionales sanitarios deben ser proactivos a la hora de hablar de las preocupaciones sexuales y hacer que la salud sexual forme parte de la atención sanitaria rutinaria (Steckenrider, 2023).
Los médicos se sienten perfectamente cómodos iniciando conversaciones sobre evacuaciones intestinales, un comportamiento sanitario igualmente privado, sin embargo, las conversaciones sobre salud sexual suelen evitarse. Un problema de salud sexual puede ser un signo de alerta de una enfermedad no diagnosticada, un efecto secundario de la medicación o un indicio de una infección de transmisión sexual, todos ellos potencialmente tratables e importantes de incluir en una evaluación física. Los profesionales de la salud deben preguntar a sus pacientes mayores sobre sus antecedentes sexuales y normalizar las conversaciones sobre salud sexual. Una breve herramienta de cribado en el momento de la consulta podría detectar problemas sexuales. Las conversaciones pueden comenzar explicando que estas preguntas se hacen a todos los pacientes, que son importantes para la salud general y que las respuestas de los pacientes son confidenciales. Este tipo de conversación puede crear una oportunidad para que el profesional de la salud brinde información sobre los cambios sexuales que se producen con el envejecimiento y crear un entorno cómodo para que la persona mayor comparta sus inquietudes sexuales (Ramesh et al., 2021).
La mayoría de los planes de estudios se centran en los aspectos patológicos del funcionamiento sexual y tienden a limitar aspectos como el bienestar sexual general, la educación y las funciones sexuales saludables. Esto puede verse agravado por la preocupación por la vergüenza, tanto por parte de los profesionales como de los pacientes, y por la ambivalencia a la hora de recopilar una historia sexual. Los principios para realizar una historia sexual incluyen los siguientes aspectos (Kingsberg, 2006):
Además, el modelo PLISSIT fue desarrollado por Annon (1976) para tratar la salud sexual en todos los grupos de edad. PLISSIT es el acrónimo de: PLISSIT is the acronym for:
P - Permiso: pedir permiso para hacer un historial, explorar aspectos más amplios de la expresión sexual.
LI - Información limitada: recoger todos los aspectos de la historia clínica, exámenes, análisis de laboratorio, revisión de la medicación, educación y detección de infecciones de transmisión sexual, proporcionando información sobre los patrones normales de funcionamiento sexual en el envejecimiento.
SS - Sugerencias específicas: identificar la fase disfuncional del ciclo de respuesta sexual y buscar posibles efectos secundarios de la medicación o efectos de condiciones médicas generales.
IT - Terapia intensiva: intervenciones tanto farmacológicas como psicosociales y derivación a un especialista en caso necesario.
Dado que la actividad sexual tiene efectos extremadamente importantes y positivos sobre la salud física y mental, la evaluación de la sexualidad debería formar parte de la evaluación geriátrica y no debería descuidarse el papel de la sexualidad en un envejecimiento satisfactorio.
La interacción de factores de salud y contextuales pone a los adultos mayores en riesgo de soledad y aislamiento. La soledad y el aislamiento social tienen efectos adversos en la salud física y mental, incluido un mayor riesgo de enfermedades, depresión, ansiedad y deterioro cognitivo. La experiencia vivida desempeña un papel importante en el envejecimiento satisfactorio, ya que los adultos mayores siguen participando en la comunidad, mantienen relaciones sociales y buscan un sentido y un propósito en la vida. La compañía y las interacciones sociales son cruciales para envejecer con éxito y pueden contribuir al bienestar emocional, incluso en el ámbito de la sexualidad. Los adultos mayores tienden a dar más importancia a la calidad de sus relaciones y a otros aspectos del sexo, como la cercanía emocional y la intimidad.
Promover la compañía en la tercera edad es esencial y requiere cambios socioculturales y diversas intervenciones a nivel individual, comunitario y social. Estas intervenciones pueden incluir programas de contacto personal, enfoques tecnológicos para mantener el contacto, actividades sociales en grupo, formación en habilidades, grupos de apoyo y programas de voluntariado. Los profesionales de la salud y la asistencia social, así como los cuidadores, tienen un papel que desempeñar en la promoción de la expresión sexual y el apoyo a los adultos mayores en este ámbito. Proporcionar intimidad, acceso a literatura o medios eróticos y organizar debates abiertos sobre sexualidad son algunas formas de apoyar a los adultos mayores en su expresión sexual.
En general, reconocer la importancia de las interacciones sociales, la compañía y la sexualidad en la vida de los adultos mayores es crucial para promover su bienestar y un envejecimiento satisfactorio. La aplicación de estrategias e intervenciones para reducir la soledad, mejorar la conexión social y apoyar la expresión sexual puede contribuir a mejorar la calidad de vida de los adultos mayores.
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