Retos y barreras a la expresión de la sexualidad en personas mayores

Módulo 2.1

Perspectivas/actitudes de los profesionales de la salud y la asistencia social sobre las personas mayores

Resultados del aprendizaje

Después de leer este módulo deberás ser capaz de...

  • Identificar las barreras a las que se enfrentan los profesionales sanitarios y sociales a la hora de hablar de sexualidad con pacientes mayores.
  • Explorar las barreras de comunicación en torno a la sexualidad y el impacto en el acceso de los pacientes mayores a una atención adecuada.
  • Examinar el papel de las actitudes, creencias, conocimientos y autoeficacia de los profesionales sanitarios y de atención social a la hora de facilitar las conversaciones sobre salud sexual.
  • Comprender la importancia de crear un entorno de apoyo mediante la autorreflexión sobre los prejuicios, la consulta a los compañeros y el reconocimiento de la contratransferencia negativa.

Introducción

La sexualidad está estrechamente vinculada a la salud física y mental, lo que pone de relieve el papel crucial de los profesionales de la atención sanitaria y social como guardianes en este ámbito concreto. Sin embargo, la investigación ha revelado una serie de problemas que ponen en tela de juicio la inclusión de la sexualidad en la atención integral de las personas mayores, que merecen recibir.

Muchos profesionales de la salud y la asistencia social, incluidas las enfermeras, carecen de conocimientos e información sobre la sexualidad en general y, en particular, en relación con la vejez. Además, algunos profesionales de la salud y la asistencia social pueden considerar que la salud sexual es un asunto privado y no una prioridad en su ámbito de actuación. Muchos profesionales de la salud y la asistencia social se sienten incómodos hablando del tema con los pacientes, y pueden enfrentarse a diversas barreras relacionadas con las exigencias de tiempo, áreas de responsabilidad poco claras y falta de apoyo organizativo (Fennell & Grant, 2019).

Para promover y apoyar eficazmente una sexualidad sana en las personas mayores, es fundamental ser consciente de los retos y las barreras que se pueden encontrar en la práctica. A continuación se analizarán los principales retos y barreras a los que se enfrentan los profesionales sanitarios y sociales a la hora de facilitar y abordar la expresión de la sexualidad en las personas mayores, basándose en investigaciones realizadas en los campos de la enfermería y la gerontología. 

Actitudes hacia la sexualidad y el envejecimiento en el contexto profesional

Es menos probable que las personas mayores busquen ayuda con problemas sexuales (Hinchliff y Gott, 2011) y, cuando lo hacen, a menudo se enfrentan a la suposición de que los problemas sexuales son una parte natural del envejecimiento. La investigación ha demostrado que existe un estigma generalizado en torno a la sexualidad en la vejez, con actitudes sociales que a menudo desestiman o restan importancia a las necesidades y los deseos sexuales de los adultos mayores. Este estigma puede extenderse a los entornos sanitarios e influir en las actitudes y creencias de los profesionales sanitarios y sociales, haciéndoles reacios o incómodos a la hora de abordar cuestiones de sexualidad con pacientes mayores. A pesar de que las personas mayores suelen ser sexualmente activas, los profesionales sanitarios y de atención social rara vez evalúan sus antecedentes sexuales (Gewirtz-Meydan et al. 2018). Una revisión de la investigación relacionada con las interacciones entre pacientes y médicos realizada por Hinchliff y Gott (2011) reveló que una de las principales barreras para buscar ayuda médica por problemas sexuales era la reticencia del médico a abordar la sexualidad, ya que con frecuencia asumían que los cambios sexuales eran normativos por la edad y ya no eran relevantes para el bienestar de los pacientes.

La importancia de que los profesionales de la salud y la asistencia social adopten un enfoque activo mediante la inclusión de la sexualidad en su práctica se pone de manifiesto en la observación de que es más probable que los pacientes planteen cuestiones relacionadas con su sexualidad cuando el médico les ha preguntado por su función sexual durante una visita rutinaria en los tres años anteriores (Hinchliff y Gott, 2011).

Para evitar descuidar o pasar por alto las necesidades de salud sexual de sus clientes debido a estereotipos involuntarios y a la discriminación basada en la edad, es importante reconocer qué creencias edadistas se pueden tener.

Profundiza:

  • Para comprender mejor cómo se forman las creencias sobre la vejez y cómo pueden influir en su práctica, consulte el Módulo 2.2. Opiniones sobre el envejecimiento y la discriminación por motivos de edad Puntos de vista sobre el envejecimiento y el edadismo de este curso.
  • Para obtener orientación sobre cómo superar las barreras personales y sistémicas a la inclusión de la sexualidad en su atención integral, consulte el Tema 3 de este curso.

Conocimientos sobre la sexualidad y la salud sexual de las personas mayores

En una revisión sistemática llevada a cabo por Haesler y sus colegas (2016), se descubrió que muchos profesionales sanitarios, en particular los cuidadores de personas mayores, creen que la sexualidad de las personas mayores queda fuera de su ámbito de actuación. Además de los problemas de actitud, como el reconocimiento de que la sexualidad sigue siendo un factor integral que contribuye a la salud física y mental y al bienestar, la falta de conocimientos sobre cuestiones relacionadas con la sexualidad es uno de los principales obstáculos para incluir la sexualidad en la práctica asistencial (Engelen y otros, 2019).

Los profesionales de la salud y la asistencia social a menudo reciben una educación y formación inadecuadas sobre el tema de la sexualidad en general y de la vejez en particular. Esta carencia de conocimientos puede generar incomodidad, incertidumbre y falta de confianza al abordar los problemas de salud sexual con los adultos mayores. Según Cesnik y Zerbini (2017), muchos trabajadores de la salud informan incomodidad al hablar de sexualidad debido a la falta de conocimientos en el área. La falta de comprensión sobre los cambios fisiológicos, psicológicos y sociales normales que se producen con el envejecimiento puede obstaculizar la capacidad de los profesionales para proporcionar orientación y apoyo adecuados con respecto a la salud sexual en las personas mayores. Esto incluye cambios como la menopausia, la disfunción eréctil y el impacto de las enfermedades crónicas en el funcionamiento sexual.

Profundiza:

Para ponerse al día sobre los cambios relacionados con la salud en la vejez, consulte el Módulo 1.2: Cambios relacionados con la salud in en Sexualidad y Envejecimiento.

Los conocimientos y la formación sobre sexualidad varían significativamente en el ámbito de los profesionales de la atención sanitaria y social (Gewirtz-Meydan et al. 2018). Los estudios han revelado que la edad y la formación profesional son factores críticos a la hora de abordar la sexualidad con las personas mayores (Haboubi y Lincoln, 2003). Aunque cabe destacar que los profesionales sanitarios y de atención social más jóvenes tienen más probabilidades de haber recibido educación sobre sexualidad y salud sexual que sus colegas de más edad, la mayoría de los profesionales expresan la necesidad de recibir más formación sobre cuestiones sexuales para poder abordarlas. Entre los enfermeros, terapeutas y médicos, los terapeutas son los que se sienten menos preparados para incluir cuestiones relacionadas con la sexualidad en su práctica, mientras que los médicos son los que tienen más experiencia hablando de salud sexual.

El conocimiento de los cambios relacionados con la edad y la concienciación sobre la importancia de la sexualidad en todas las etapas de la vida es una de las claves para que los profesionales puedan incorporarlos a su rutina, "rompiendo así el hielo" sobre el estigma que rodea a la sexualidad en la vejez y creando un espacio seguro para comunicarse sobre cuestiones relevantes para la salud y el bienestar. Esto puede conducir a una mejora de los resultados de los pacientes y de las experiencias sanitarias en general. Para las instituciones es crucial proporcionar educación y formación continuas a los profesionales sanitarios y sociales para mejorar sus habilidades y su nivel de comodidad a la hora de hablar de sexualidad con sus clientes.

Barreras de comunicación

Si bien el envejecimiento no debe sexualizarse en exceso (Taylor y Gosney, 2011), es importante reconocer que la vejez no es asexuada. La comunicación eficaz es vital para abordar las cuestiones de sexualidad, pero los profesionales de la salud y la asistencia social pueden sentirse incómodos o carecer de las habilidades para iniciar conversaciones sobre salud sexual con los adultos mayores. Una revisión sobre la sexualidad en la vejez realizada por Taylor y Gosney (2011) destacó que pueden surgir problemas en la comunicación debido a la indecisión o vergüenza de los profesionales de la salud y la asistencia social al hablar de sexo con pacientes mayores, incluso cuando es muy relevante, como en la evaluación de la depresión.

Dado que la sexualidad es un tema sensible desde el punto de vista cultural, merece la pena investigar las raíces del malestar y cuestionar la validez de las normas sociales para configurar la conducta profesional. Al igual que ocurre con otros temas socialmente delicados, como el aseo o la higiene personal, es necesario un enfoque profesional de la sexualidad.

En muchos casos, la reticencia a abordar el tema de la sexualidad puede surgir de la preocupación bienintencionada de no perturbar el nivel de comodidad de la otra persona. Aunque la preocupación por causar vergüenza o invadir la intimidad es válida y debe tenerse en cuenta, puede obstaculizar el diálogo abierto y limitar el apoyo que puede ofrecerse. Sin embargo, un enfoque sensible y profesional puede romper el hielo.

La privacidad y la confidencialidad son cruciales a la hora de tratar temas delicados como la sexualidad. Sin embargo, los entornos profesionales pueden carecer de espacios privados, lo que limita las oportunidades de mantener conversaciones confidenciales. Esto puede impedir que los adultos mayores compartan abiertamente sus preocupaciones y busquen el apoyo adecuado (Bauer et al., 2019; Taylor y Gosney, 2011).

Taylor y Gosney (2011) señalan la necesidad de ser conscientes de los sentimientos subconscientes personales y evitar hacer suposiciones. Esto puede ilustrarse con un ejemplo de los efectos potenciales en interacciones intergeneracionales o con personas del sexo opuesto. En algunos casos, estas interacciones pueden verse obstaculizadas por la contratransferencia negativa (Hillmann, 2008). Por ejemplo, cuando un profesional más joven trabaja con un cliente de una generación mayor o del sexo opuesto. En algunos casos pueden sentirse incómodos hablando de sexualidad con un paciente significativamente mayor del sexo opuesto, ya que su paciente podría recordarles a sus padres o abuelos. No hay que ignorar estos sentimientos; si el profesional busca asesoramiento y apoyo, podrá encontrar formas de volver a comunicarse eficazmente con su paciente.

Conclusion

Los retos y obstáculos a los que se enfrentan los profesionales sanitarios y sociales a la hora de abordar la expresión de la sexualidad en las personas mayores son múltiples. El estigma, la discriminación por motivos de edad, la educación insuficiente y los problemas de comunicación contribuyen a estos retos. Para superar estas barreras, es fundamental fomentar la concienciación, ofrecer oportunidades de educación y formación integrales y crear entornos sanitarios favorables que den prioridad a la privacidad, la confidencialidad y la comunicación sin prejuicios. Al abordar estos retos, los profesionales pueden satisfacer mejor las necesidades de salud sexual de los adultos mayores, promoviendo su bienestar general y su calidad de vida.

Módulo 2.2

Opiniones sobre el envejecimiento y la discriminación por motivos de edad

Después de leer este módulo deberás ser capaz de...

  • Comprender el impacto de los puntos de vista sobre el envejecimiento y el edadismo en el trabajo de los profesionales de la salud y la asistencia social en sus interacciones con los adultos mayores.
  • Reconocer la naturaleza compleja de los puntos de vista sobre el envejecimiento, incluida su multidireccionalidad y multidimensionalidad.
  • Examinar las implicaciones del edadismo en las discusiones sobre sexualidad y la desatención de las necesidades de salud sexual en la población adulta mayor.
  • Comprender cómo la exposición a personas mayores vulnerables puede reforzar los estereotipos y prejuicios de los profesionales de la atención sanitaria y social.
  • Explorar estrategias para combatir la discriminación por motivos de edad.

Las opiniones sobre el envejecimiento y la discriminación por motivos de edad pueden influir significativamente en el trabajo de los profesionales sanitarios y sociales en su interacción con las personas mayores. El envejecimiento es un proceso natural que debe abordarse con respeto y sin prejuicios. Sin embargo, la investigación en los campos de la gerontología y la enfermería ha puesto de relieve la presencia de opiniones negativas, estereotipos y edadismo que pueden obstaculizar la prestación de una atención de calidad a las personas mayores. A continuación se analiza la naturaleza y el impacto de estos factores en la labor de los trabajadores sanitarios y sociales y se subraya la importancia de abordarlos para promover una atención eficaz y centrada en la persona para los adultos mayores.

Si bien en el módulo 1.3 se analizaron las opiniones sobre el envejecimiento en relación con su impacto en las autopercepciones y el comportamiento de las personas mayores, vale la pena seguir recordando que cada persona tiene ciertas ideas sobre las personas mayores, la vejez y el envejecimiento en general. Estas ideas o puntos de vista comienzan a desarrollarse durante la infancia y continúan moldeándose a lo largo de la vida de una persona, y se considera que son producto de la incorporación de estereotipos, así como de experiencias con personas mayores (Klusmann et al., 2020; Levy, 2009). Aunque las opiniones sobre el envejecimiento describen creencias o actitudes que se generalizan en un grupo de personas o, a lo largo de la vida, es importante reconocer su naturaleza compleja. Es posible que un individuo considere que las personas mayores tienen más experiencia vital que los jóvenes, pero también que tienen más limitaciones en su forma física. Este ejemplo muestra que las opiniones sobre el envejecimiento pueden ser tanto positivas como negativas y que pueden relacionarse con diferentes aspectos de la vida, dos conceptos conocidos como multidireccionalidad y multidimensionalidad (Klusman, 2020). Además, los puntos de vista sobre el envejecimiento también incluyen ideas sobre cómo deben comportarse las personas mayores (normas) (Kessler et al., 2023). La importancia de reflexionar sobre los propios puntos de vista sobre el envejecimiento y su posible impacto en la propia práctica profesional adquiere importancia cuando examinamos más de cerca el edadismo.

La investigación ha demostrado que los estereotipos prevalentes sobre el envejecimiento incluyen creencias de que los adultos mayores son frágiles, dependientes, olvidadizos y resistentes al cambio (Cuddy et al., 2018). En su forma más extensa, estas opiniones negativas sobre el envejecimiento pueden conducir al edadismo,que se refiere a los prejuicios, los estereotipos o la discriminación basados únicamente en la edad de una persona. Implica actitudes, creencias y comportamientos negativos que devalúan y marginan a los adultos mayores. Las actitudes edadistas están profundamente arraigadas en la sociedad y también pueden influir negativamente en las percepciones y comportamientos de los profesionales sanitarios y sociales hacia los pacientes mayores. Por consiguiente, es necesario examinar los riesgos del edadismo en la asistencia sanitaria y social y considerar también los factores que pueden dar lugar a opiniones potencialmente negativas u orientadas al déficit sobre el envejecimiento en estos entornos.

Discriminación por motivos de edad en la asistencia sanitaria y social

El edadismo puede tener implicaciones significativas para el trabajo de los profesionales de la salud y la asistencia social. Puede dar lugar a una infravaloración y un infratratamiento de los problemas de salud de las personas mayores, ya que los síntomas pueden considerarse una parte normal del envejecimiento. Las actitudes discriminatorias también pueden dar lugar a una falta de comunicación y de toma de decisiones compartida, lo que limita la autonomía y la participación de las personas mayores en su atención (Palmore, 1990).

El hecho de que las suposiciones y los prejuicios basados en la edad en los entornos sanitarios puedan afectar a la calidad de la atención prestada también se aplica al tema de la sexualidad y el envejecimiento, ya que la discriminación por motivos de edad puede dificultar el debate abierto sobre la sexualidad con los adultos mayores. Las investigaciones indican que es más probable que temas como la salud sexual se traten con personas más jóvenes que con clientes o pacientes mayores. Un estudio reveló que los médicos se mostraban reacios a tratar la salud sexual con pacientes mayores porque no la consideraban un "tema legítimo" (Gott et al., 2004). Esto demuestra que los profesionales de la salud y la asistencia social pueden tener creencias edadistas de que los adultos mayores son asexuados o incapaces de tener actividad sexual, lo que lleva a descuidar o pasar por alto sus necesidades de salud sexual (Haboubi y Lincoln, 2003).

La naturaleza de las profesiones sanitarias y de asistencia social es tal que sus servicios son utilizados con mayor frecuencia por personas mayores que experimentan algún tipo de problema de salud o de funcionamiento en sus actividades cotidianas. Esto significa inevitablemente que las personas mayores con las que entran en contacto los profesionales sanitarios y sociales tienen más necesidades de apoyo que las personas del mismo grupo de edad que no necesitan apoyo profesional. Además de las limitaciones físicas y el dolor, las personas en situación de cuidados también pueden estar emocionalmente estresadas y ansiosas. Esta exposición acentuada a un subgrupo especialmente vulnerable de personas mayores puede influir negativamente en las percepciones y opiniones de los profesionales sanitarios y de asistencia social, al reforzar los estereotipos predominantes. Además, los profesionales de la atención sanitaria y social podrían tener una mayor tendencia a centrarse en los déficits de sus clientes o pacientes, ya que la misión de su profesión es identificar y abordar los problemas para ofrecer una atención de calidad a las personas mayores.

Los trabajadores sanitarios y sociales deben reconocer y abordar la discriminación por motivos de edad para garantizar una atención equitativa y personalizada a las personas mayores.

Superar el edadismo y promover una visión positiva del envejecimiento

Para combatir la discriminación por motivos de edad y promover una visión positiva del envejecimiento, los profesionales sanitarios y sociales pueden poner en marcha diversas estrategias. Los programas de educación y formación deben hacer hincapié en la importancia de combatir los estereotipos y los prejuicios. Fomentar las interacciones intergeneracionales y promover una imagen positiva y realista de las personas mayores en los medios de comunicación puede ayudar a cambiar la visión que la sociedad tiene del envejecimiento. Además, la adopción de enfoques asistenciales centrados en la persona que respeten las preferencias, metas y aspiraciones individuales puede contrarrestar la discriminación por motivos de edad y mejorar el bienestar de los adultos mayores.

Conclusion

Las opiniones sobre el envejecimiento y la discriminación por motivos de edad pueden influir considerablemente en el trabajo de los profesionales de la asistencia sanitaria y social. Las percepciones negativas de la vejez o de las personas mayores pueden dar lugar a discriminación por motivos de edad, desigualdad de acceso a la asistencia sanitaria y opciones de tratamiento inadecuadas para los adultos mayores. Para prestar una atención de alta calidad, es fundamental que los profesionales de la salud y la asistencia social cuestionen sus propios estereotipos y los de los demás, aborden la discriminación por motivos de edad y promuevan opiniones positivas sobre el envejecimiento. Adoptando enfoques asistenciales centrados en la persona y abogando por un trato equitativo, los profesionales sanitarios y sociales pueden contribuir a mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores.

Módulo 2.3

Barreras de las personas mayores a la expresión de la sexualidad 

Resultados del aprendizaje

Después de leer este módulo deberás ser capaz de...

  • Identificar las barreras a las que se enfrentan los adultos mayores a la hora de expresar su identidad sexual y el estigma asociado a ella.
  • Evaluar el impacto de los factores culturales y sociales en las barreras a la expresión sexual en adultos mayores.
  • Examinar los desafíos únicos a los que se enfrentan los adultos mayores LGBTQ+ a la hora de expresar su sexualidad y el impacto de la discriminación y el estigma.
  • Comprender las implicaciones del deterioro cognitivo en la expresión sexual y la necesidad de un apoyo adaptado a los adultos mayores con deterioro cognitivo.
  • Discutir estrategias para promover un entorno seguro para las discusiones sexuales y garantizar que las personas mayores reciban la atención, la información, la educación y el tratamiento que necesitan.

Introducción

Las barreras a la expresión de la sexualidad en las personas mayores están relacionadas con los retos biológicos, psicológicos y sociales únicos a los que se enfrentan los adultos mayores, así como con factores culturales y sociales. Estas barreras incluyen los cambios físicos de la edad avanzada, la reticencia a buscar y recibir asesoramiento, incluido el tratamiento para la salud sexual, la disparidad de género en la disponibilidad de pareja para la intimidad y la actividad sexual, la falta de información y educación sobre sexualidad, identidad sexual y estigma, y el deterioro cognitivo debido a trastornos cerebrales degenerativos.

Cambios físicos y disfunción sexual

Este tema se trata con más detalle en el Módulo 1.2 Cambios relacionados con la salud del Tema 1. Sexualidad y envejecimiento. Sexualidad y envejecimiento.

Reticencia de las personas mayores a consultar y recibir asesoramiento y tratamiento sobre salud sexual

Las barreras para buscar y recibir asesoramiento y tratamiento para la salud sexual en la vejez existen claramente y están relacionadas con factores culturales y sociales (Ezhova et al., 2020). Tanto los profesionales de la salud como los adultos mayores dudan en iniciar conversaciones sobre sexo y salud sexual (Aboderin, 2017; Lindau et al., 2007; Pitt, 1998). Una revisión exhaustiva realizada por Ezhova et al. (2020), por ejemplo, indicó que los profesionales sanitarios dudan a la hora de iniciar conversaciones sobre salud sexual u ofrecer asesoramiento o análisis clínicos adecuados, y que las personas mayores también tienden a ser reacias a buscar ayuda médica sobre cuestiones sexuales. De hecho, un estudio estadounidense reveló que sólo el 38% de los hombres y el 22% de las mujeres mayores de 50 años afirmaron haber mantenido conversaciones sobre sexo y salud sexual con su médico (Lindau et al., 2007). En parte, esta situación puede atribuirse al hecho de que las experiencias sexuales y el deseo sexual en las personas mayores suelen estar estigmatizados, y los profesionales sanitarios pueden sentirse poco capacitados y preparados para iniciar conversaciones sobre la salud sexual en la tercera edad (Freak-Poli, 2020). No se trata de una situación nueva, como señaló Pitt (1998, p.1452) hace décadas"algunas personas mayores son demasiado tímidas para buscar ayuda, temiendo que ya 'se les haya pasado' y puedan ser consideradas ridículas o como 'un viejo verde' (o mujer). También suele ser habitual que las personas mayores consideren que los profesionales son paternalistas con ellas, lo que puede significar que esperen que sean los profesionales sanitarios quienes inicien las conversaciones sobre sexo (Williams et al., 2007; Lindau et al., 2007). Estas barreras se extienden más allá de las interacciones con los profesionales sanitarios y de atención social, y una revisión sistemática realizada por Bauer et al. (2016) encontró diversas barreras a la expresión sexual en residentes mayores en residencias y hogares de ancianos:

Barreras a la expresión de la sexualidad en residentes mayores en centros de cuidados de larga duración

  • A las personas mayores puede preocuparles la impresión que den a otros residentes si mantienen relaciones sexuales (Bauer et al., 2016).
  • Los residentes pueden tener la sensación de que el personal no trata de forma confidencial la información relativa a la sexualidad de las personas mayores (Bauer et al., 2016).
  • Así, las personas mayores no perciben la necesidad de hablar de salud sexual a menos que haya un problema que abordar (Slinkard y Kazer, 2011).
  • Los residentes perciben que el personal no comprende la sexualidad de las personas mayores (Bauer et al., 2016).
  • Las personas mayores evitan las conversaciones sobre sexo porque les da vergüenza ser sexualmente activas y tener un "problema" sexual (Colton, 2008).
  • Aunque la disfunción sexual es un obstáculo para la salud sexual, las personas mayores rara vez lo plantean por sí mismas (Colton, 2008).
  • Las personas mayores rara vez hablan de sexo con sus profesionales sanitarios y, cuando lo hacen, el intercambio de información es mínimo (Colton, 2008).
  • Las personas mayores consideran que la sexualidad es algo personal y no un problema del personal o de los familiares (Bauer et al., 2016).
  • Las personas mayores piensan que los profesionales de la salud creen que el sexo es irrelevante para los adultos mayores y que las personas mayores son en gran medida asexuales (Colton, 2008).
  • Las personas mayores evitan hablar de sexo y sexualidad debido a la falta de conocimientos y la consiguiente ansiedad ante las posibles opciones de tratamiento para su disfunción sexual o por la preocupación de que la edad signifique el fracaso del tratamiento (Colton, 2008).

Las pruebas de la revisión sistemática destacan que, en general, las personas mayores consideran que su sexualidad y su expresión son un componente importante de una buena calidad de vida. Sin embargo, algunas personas mayores prefieren que su sexualidad permanezca en el ámbito personal y, al mismo tiempo, es evidente el deseo de muchas de ellas de poder hablar sobre disfunciones sexuales u otros temas relacionados con la sexualidad con el personal asistencial. Sin embargo, a pesar de este deseo, las personas mayores rara vez inician o mantienen conversaciones sobre sexo con sus profesionales sanitarios o de asistencia social y, cuando lo hacen, se intercambia poca información, ya que dudan en hablar del tema abiertamente. Las actitudes negativas, la vergüenza, el pudor y la sensación de que el personal sanitario está desinteresado o no tiene opciones de tratamiento que ofrecer pueden inhibir la discusión. Por lo tanto, se necesitan estrategias que promuevan un entorno seguro para las conversaciones sobre sexualidad, tanto para los servicios y el personal sanitario y asistencial como para las personas mayores (Bauer et al., 2016), de modo que se pueda compartir abiertamente información que ayude a las personas mayores a recibir la atención, la información, la educación y el tratamiento adecuados (Bauer et al., 2016).

Disparidad de género en la disponibilidad de pareja

La falta de oportunidades para tener experiencias sexuales es una barrera importante para la realización sexual de los adultos mayores. Varios estudios lo destacan como el mayor obstáculo para ser sexualmente activo y demuestran que no se trata de la edad avanzada ni de la falta de interés en el sexo, sino más bien de la falta de disponibilidad de una pareja, con las mujeres especialmente en desventaja (Freak-Poli, 2020; Rosen y Bachmann, 2008). Por ejemplo, un estudio holandés mostró que los adultos mayores con pareja tenían 15 veces más probabilidades de participar en actividades sexuales y 51 veces más probabilidades de participar en la ternura física que los adultos mayores sin pareja (Freak-Poli et al., 2017). El hecho de que los adultos mayores que vivían en pareja tuvieran conductas sexuales sugiere que, si tuvieran la oportunidad, los adultos mayores que no vivían en pareja también tendrían conductas sexuales. Muchas personas experimentan cambios en el estado civil a lo largo de su vida, y cada vez hay más adultos mayores que no están casados ni conviven con su pareja. Por lo tanto, al estudiar la actividad sexual y la ternura física debería tenerse en cuenta el estado de la pareja en lugar del estado civil.

La pérdida de la pareja por fallecimiento o incapacidad del cónyuge es una situación frecuente en la vida de las personas mayores. Aunque tanto los hombres como las mujeres mayores sin pareja tienen menos probabilidades de mantener relaciones sexuales que los adultos mayores con pareja, las mujeres mayores superan en número a los hombres mayores y, por tanto, tienen más probabilidades de no tener pareja. Por término medio, las mujeres viven más que los hombres y éstos suelen emparejarse con mujeres más jóvenes, por lo que muchas mujeres se enfrentan al envejecimiento de sus maridos antes que al suyo propio. Esto significa con frecuencia que las mujeres pasan aproximadamente una década más de viudedad sin pareja en comparación con los hombres (Freak-Poli et al., 2017; Karraker et al., 2011).

Los factores culturales pueden perjudicar aún más a las mujeres adultas en la sociedad. Aunque tanto las mujeres como los hombres están incluidos en el estereotipo de la persona mayor "asexual", las mujeres mayores tienden a estar sujetas a normas sexuales más restrictivas que en gran medida solo les permiten ser sexuales dentro de relaciones comprometidas, lo que puede restringir la sexualidad de las mujeres en mayor medida que la de los hombres (Lai y Hynie, 2011). Estas normas se basan en creencias estereotipadas sobre la naturaleza del género, la edad y la sexualidad, que con frecuencia se ven reforzadas por evaluaciones negativas de quienes se comportan de formas que violan las normas sociales. Se ha observado que las mujeres a menudo se sienten sometidas a un doble vínculo de construcciones sexuales y edadistas del envejecimiento que definen a una mujer como "sexualmente poco atractiva a una edad más temprana que un hombre" (Treas & Van Hilst, 1976, p. 135 en Lai & Hynie, 2011).

Factores culturales y falta de información

Los adultos mayores carecen de información precisa sobre sexualidad. La educación sexual no era habitual en los planes de estudio de muchas personas mayores durante los años de formación o incluso universitarios de sus vidas. Por lo tanto, las generaciones mayores actuales a menudo no recibieron la educación sexual que se imparte hoy en día en las escuelas. Los valores sexuales también estaban condicionados por las circunstancias (por ejemplo, la economía, la inculturación), e influidos por mitos sociales (por ejemplo, que la menopausia significa una disminución del deseo sexual y una pérdida del sentido de la feminidad, que la actividad sexual debe iniciarla el varón, que sólo hay una posición correcta para el coito). Por lo tanto, los conocimientos limitados sobre el sexo y las actitudes sobre la sexualidad entre los adultos mayores están inextricablemente vinculados (Kazer, 2003). En consecuencia, es posible que los adultos mayores duden o incluso eviten hablar sobre temas sexuales con sus proveedores de atención médica o que tengan suposiciones erróneas sobre la función sexual en la vejez. Una manifestación de esta falta de conocimiento o de voluntad para hablar de cuestiones sexuales es el aumento de las tasas de diagnósticos de VIH/SIDA en adultos mayores (Goodroad, 2003; Streckenrider, 2023). Aunque, entre los adultos mayores, debido a la falta de información sobre dónde buscar la prueba del VIH, el diagnóstico de VIH/sida tiende a hacerse más tarde, el curso de la enfermedad es más rápido y el pronóstico es peor. Por lo tanto, mejorar la educación sobre el VIH/sida de los adultos mayores puede ser una estrategia eficaz para reducir las infecciones (Falvo y Norman, 2004).

La cultura occidental valora mucho la juventud, el atractivo físico y el vigor. El mensaje omnipresente - transmitido de innumerables formas sutiles y no tan sutiles- es que el envejecimiento y el atractivo sexual son mutuamente excluyentes. Por lo tanto, es probable que los adultos mayores compartan estas percepciones y sean víctimas de los estereotipos negativos que representan estas actitudes. Esto puede manifestarse de diversas formas, como la disminución de las expectativas de satisfacción sexual y la evitación de las relaciones íntimas debido a sentimientos de indignidad o vergüenza (Rheaume y Mitty, 2008). En general, existe una importante falta de recursos educativos, conocimientos e investigación sobre la sexualidad para las personas mayores. Los grupos de mayor edad, independientemente de su orientación sexual, representan una población oculta y suelen estar ausentes de las campañas de salud sexual y las políticas gubernamentales (Ezhova et al., 2020).

Identidad sexual y estigma

Las personas mayores LGBT+ están notablemente ausentes en las campañas de salud sexual y también son un grupo desfavorecido, lo que puede agravar los riesgos únicos y los resultados adversos para la salud a los que se enfrentan (Tremayne y Norton, 2017; Fredriksen-Goldsen et al., 2015). Por ejemplo, el Informe sobre Envejecimiento y Salud indicó que entre los adultos mayores LGBT+ la tasa de victimización debido a la identificación LGBT+ aumenta con la edad, y la tasa de estigma internalizado para los mayores de 80 años es mayor que para los de 50 a 64 años y de 65 a 79 años (Fredriksen-Goldsen et al., 2011). Aunque la protección legal frente a la discriminación y la aceptación social de los miembros de las comunidades LGBT+ han ido en aumento, muchas personas mayores LGBT+, especialmente las que salieron del armario cuando eran mucho más jóvenes, han sufrido una o más formas de victimización personal directamente atribuibles a su identidad de género y/o su orientación sexual. El legado de estas experiencias incluye homofobia interiorizada e impactos negativos sobre la expresión sexual y la calidad de vida sexual. Por ejemplo, el 82% de las personas mayores LGBT+ que participaron en la fase inicial del estudio Caring and Aging Study declararon haber sufrido al menos un episodio de victimización a lo largo de su vida debido a la discriminación real o percibida por su identidad sexual y/o de género, y el 64% declararon haber sufrido al menos tres o más episodios, y muchas personas LGBT+ sufrieron impactos negativos duraderos en la calidad de su vida sexual (Fredriksen-Goldsen et al., 2011). Además, la investigación ha documentado incidentes de conflicto, abuso y ostracismo de adultos mayores LGBT+ en entornos residenciales debido a muestras de afecto del mismo sexo o simplemente al reconocimiento por parte de otros residentes o del personal de que la persona pertenece a una minoría de género y/o sexual (Brotman et al., 2003; Stein et al., 2010).

Además, los apoyos de los que suelen depender las personas mayores para reducir la soledad, promover el envejecimiento en el lugar y acceder a la atención y los servicios son menos accesibles para los adultos LGBT+ por diversas razones. Aunque la aceptación y el apoyo a las personas LGBT+ ha ido en aumento, los adultos mayores LGBT+ siguen sufriendo discriminación por parte de profesionales y organizaciones cuya misión es ayudar con los retos asociados al envejecimiento. Esto sólo puede socavar los esfuerzos para envejecer en casa, que sería la mejor manera de apoyar la autonomía y la privacidad de los miembros de la comunidad LGBT+, tanto solteros como en pareja, para facilitar que sigan expresando libremente sus prácticas sexuales habituales.

Para poner la situación en contexto, se cree que el miedo al maltrato o la discriminación es un factor que contribuye en gran medida a la constatación de que los adultos mayores LGBT+ tienen un 20 % menos de probabilidades que sus pares heterosexuales de acceder a servicios gubernamentales como asistencia para la vivienda, programas de comidas, cupones de alimentos y centros para personas mayores, todos los cuales pueden ser esenciales para permanecer en el hogar a medida que una persona envejece (Czaja et al., 2016).

El aislamiento, la soledad, la pobreza, la depresión, el retraso de la atención y la discapacidad son especialmente preocupantes para los adultos mayores LGBT+ en comparación con los adultos mayores heterosexuales y cisgénero (LGBTQIA Health Education Center, 2021). Los adultos mayores LGBT+ tienen menos probabilidades que los adultos heterosexuales de tener hijos que los ayuden y también pueden estar alejados de sus familiares o seguir ocultando su orientación sexual por temor al rechazo (De Vries, 2009). Al mismo tiempo, para muchos adultos mayores LGBT+, vivir con un familiar puede limitar gravemente las oportunidades de intimidad sexual o significar que la intimidad sexual no es una opción. Por lo tanto, ocultar la orientación sexual o la identidad de género, vivir con miedo a revelarlas, alejarse de la familia y las comunidades, y sufrir detenciones, acoso, violencia y discriminación pueden tener consecuencias a corto y largo plazo en la salud y el bienestar de una persona.

Deterioro cognitivo

El deterioro cognitivo puede afectar a la frecuencia y la satisfacción de la actividad sexual. Menos del 25% de las personas casadas con deterioro cognitivo de leve a moderado siguen manteniendo relaciones sexuales (Ballard et al., 1997). Hasta el 70% de los cuidadores de personas con posible o probable enfermedad de Alzheimer manifiestan indiferencia hacia la actividad sexual de sus parejas (Derouesné et al., 1996). El córtex prefrontal interviene en varios aspectos del funcionamiento sexual, como el funcionamiento ejecutivo, el pensamiento abstracto, la percepción de uno mismo y de los demás, y el juicio. La memoria y los factores emocionales también forman parte integral del comportamiento sexual intacto (Hartmans et al., 2014). Una revisión sistemática de 2014 halló una tendencia general a la disminución del comportamiento sexual con el deterioro cognitivo (Hartmans et al., 2014). El funcionamiento cognitivo influye en la percepción de la sexualidad. No obstante, y a pesar de estos hallazgos, muchos adultos mayores con deterioro cognitivo siguen teniendo interés sexual y los profesionales sanitarios deben ser conscientes de los posibles obstáculos para una expresión sexual saludable.

Conclusion

Aunque los factores fisiológicos y psicosociales influyen en la expresión sexual, la sexualidad sigue formando parte integral de la calidad de vida de muchas personas mayores. Por lo tanto, los profesionales sanitarios deben tener en cuenta la diversidad de sexo y género, así como los constructos multifactoriales de la sexualidad en torno al envejecimiento, para estar mejor equipados para abordar componentes como la expresión sexual, la disfunción sexual, la identidad sexual y el estigma, el deterioro cognitivo y la capacidad de consentimiento y, en ocasiones, los comportamientos sexualmente inapropiados. Reconocer y mejorar los posibles obstáculos a una expresión sexual saludable puede mejorar la calidad de vida de las personas mayores y sus seres queridos.

Financiado por la Unión Europea. Las opiniones y puntos de vista expresados solo comprometen a su(s) autor(es) y no reflejan necesariamente los de la Unión Europea o los de la Agencia Ejecutiva Europea de Educación y Cultura (EACEA). Ni la Unión Europea ni la EACEA pueden ser considerados responsables de ellos.Poyecto número: 2021-1-FR01-KA220-ADU-000026431

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